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martes, 9 de septiembre de 2008

Siamesas

Uno de mis nenúfares preferidos es el Tina, un tropical vivíparo que da muchas flores. El verano pasado, una de sus flores resultó ser "dos en uno" o siamesa. El primer indicio de que había algo inusual fue la hendidura que recorría el tallo de la flor, la que se propagaba a la base del mimpollo.

Con el tiempo fue volviendose claro de que se trataba de un caso de flores siamesas. El origen del término se debe al caso de los hermanos gemelos Chang y Eng Bunker, que nacieron en Tailandia (antiguamente conocida como "Reino de Siam", por lo que se llamaba siameses a sus habitantes), unidos a la altura del pecho en 1811.

En este caso, las flores están unidas por el tallo (pedúnculo), y comparten un par de sépalos, aunque parecen tener sus órganos reproductivos separados.

Les dejo algunas fotos de este inusual suceso.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Loto Azul del Nilo

El Loto Azul del Nilo, también conocido como Loto Sagrado del Nilo, no es un loto sino un nenúfar. Tampoco es azul, color que no existe en los nenúfares, sino violáceo.

Su verdadero nombre es N. caerulea y es una especie originaria del norte y centro de Africa. La flor de este nenúfar tropical diurno tiene forma estrellada, pétalos violáceos en la punta (RHS 91C) que se aclaran hasta casi el blanco (RHS 155A) en la base, sépalos blancos (RHS 155A) y estambres amarillos (RHS 18A) con puntas violáceas (RHS 91C).

La peculiar característica de que la flor cerrada se sumerge durante la noche y resurge por la mañana para volver a abrirse, presentando un aspecto semejante al del sol en medio del cielo, hicieron que esta flor se convirtiera en un símbolo natural del sol y de la creación. Los Kemet (antiguos egipcios) la llamaban seshen.

En Hermepolis, la antigua capital de la decimoquinta nomarquía (provincia) del Alto Egipto, se conocían cuatro mitos diferentes sobre la creación del mundo, dos de las cuales involucraban al seshen.

En uno de ellos se decía que un gigantesco pimpollo de seshen había emergido de las aguas de Nun (una ilimitada extensión de quietas aguas primordiales). Al abrirse los pétalos del seshen, revelaban la presencia de un bebé divino, Ra (como puede verse en la imagen a la derecha).

El otro mito era similar, pero del seshen surgía un escarabajo, símbolo del sol naciente, que se transformaba en un bebé que lloraba, cuyas lágrimas se convertían en la humanidad. El seshen era, a veces, identificado como el Ojo de Ra.

Por otra parte, el hecho de que los rizomas y semillas de esta planta fueran capaces de soportar terribles y prolongadas sequías y rebrotar en cuanto regresaran las aguas, la ligaron íntimamente a la idea de resurrección, al culto a Osiris y a los ritos funerarios. El Libro de los Muertos contiene conjuros para "transformarse a uno mismo en un seshen" y así lograr la promesa de resurrección.

El seshen se usaba como símbolo del Alto Egipto, así como el papiro lo era del Bajo Egipto.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Nenúfares vivíparos

Una de las características que más me fascinan de los nenúfares, es la capacidad que tienen algunos de ellos de crear nuevas plantas a partir de brotes que surgen de sus hojas o de sus flores. Esta característica se conoce como viviparidad (del latín vivus, "vivo", y parire, "parir") y se dice que la planta es vivípara.

El término vivíparo tiene su origen en los animales cuyas crías se desarrollan en el vientre de la hembra, una vez ocurrida la fecundación. El embrión se aloja en una estructura especializada donde recibirá todo lo necesario para formar sus órganos, crecer y madurar hasta que esté listo para nacer.

En las plantas, el proceso es distinto, ya que no existe fecundación y la nueva planta comienza a aparecer cuando la hoja o flor que le da origen comienza a decaer y muere. Sin embargo, como ocurre con los animales vivíparos, la nueva planta permanece conectada a la hoja o flor que le da origen, extrayendo de ella el alimento necesario para desarrollar sus propias raíces e independizarse.

Esta característica es relativamente habitual en los nenúfares tropicales diurnos, poco frecuente en los nenúfares perennes y rara en los nenúfares tropicales nocturnos. Y lo que la vuelve una característica absolutamente deseable es que las plantas así producidas son IDENTICAS a la planta madre. Esto significa que las características de sus flores y hojas serán idénticas, y que ambas plantas, madre e hija, serán indistinguibles, aún en un examen de ADN. La nueva planta es, ni más ni menos, un clon de la planta que le dio origen.

Es sencillo reconocer a aquellos nenúfares que se reproducen a través de las hojas, todos ellos tropicales diurnos, ya que estas presentan un característico botón de pelusa.

Es de este botón de donde surgirá, eventualmente, la nueva planta, a la que suelo llamar afectuosamente vivip ("te mando un vivip de Tina..."), para evitar la complicación de referirme a ella con el frío término técnico de brote vivíparo.

Entre los nenúfares tropicales más conocidos que presentan esta característica se pueden mencionar el Tina, el Panama Pacific y el Madame Ganna Walska.

En los nenúfares perennes y en los nenúfares tropicales nocturnos, la reproducción vivípara se produce a partir de las flores y nunca de las hojas. Los brotes vivíparos sólo aparecerán cuando las flores cierren en forma definitiva y siempre que no hayan sido fecundadas, ya que en ese caso producirán semillas.

Los nenúfares perennes vivíparos son el Colonel A. J. Welch, el Barbara Dobbins, el Georgia Peach, el Phoebus y el Perry's Viviparous Pink.

Los únicos nenúfares tropicales nocturnos que presentan viviparidad son especies, no híbridos comerciales, casi imposibles de encontrar en los negocios. Ellos son el Nymphaea lasiophylla (nativo de la zona costera cercana a Río de Janeiro, Brasil), el Nymphaea prolifera (nativo del norte de Argentina, sur de Brasil, oeste de Ecuador, Paraguay, Costa Rica y El Salvador), ambos del subgénero Hydrocallis. Existe también una especie del subgénero Lotos, el Nymphaea lotus (nativo de Egipto, y Africa central y occidental), que ocasionalmente produce brotes vivíparos.

Y ahora, ¡a experimentar!